En mi pequeño pueblo, donde habito el verano, hay una biblioteca que me conoce bien; me ha visto entrar a los seis, a los siete, a los ocho años. Me ha visto acercarme al sueño de los libros y despertarlos despacio. Año tras año he descubierto allí palabras y autores, he vuelto cada mes de agosto, igual que cada mes de agosto vuelvo a mirar los mismos árboles.
La biblioteca, que me quiere y me conoce bien, ha puesto delante de mis ojos un libro: Una habitación ajena, leo sorprendida. ¡No puede ser! Miro a mi alrededor, por si Virginia me observa desde algún rincón y se rie.
La escritora Alicia Giménez Batlett, escribió Una habitación ajena, basándose en los diarios escritos por Nelly Boxall- criada y cocinera de Virginia Woolf durante dieciocho años- y en las alusiones de la propia Virginia a Nelly en sus diarios. No conocía la existencia de este libro y su lectura ha sido todo un regalo, he visto a Virginia riendo y cenando con sus amigos, la he visto enferma y triste, la he visto escribiendo en su cuarto; en su habitación propia, la he visto discutiendo con Nelly. Y me he asomado a la realidad de otras mujeres de la época; esas mujeres que no podían votar, que no podían acceder a un cuarto propio y que en muchos casos morían al final de sus vidas en un asilo, solas y pobres.
La realidad esconde muchas realidades.
El próximo miércoles 21 de agosto, abriremos una puerta dentro del ciclo El claustro suena: Una habitación propia, homenaje a Virginia Woolf, en la Fundación Amantes de Teruel.
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